Málaga. Hacienda Barcenillas en Calle Ferrándiz

Impreso el 5 de mayo de 2024 Impresión

Carnicería Ferrándiz, 15, Calle Ferrándiz, Conde de Ureña, Centro, Málaga, Málaga-Costa del Sol, Málaga, Andalucía, 29012, España

Bernardo Ferrándiz Badenes (Valencia, 1835- Málaga, 1885) realiza sus estudios artísticos en la Academia de San Carlos de Valencia. En 1868 se traslada a Málaga como catedrático de Colorido y Composición de la Escuela de Bellas Artes de San Telmo, de la que es nombrado director en 1878. Está considerado como el creador de la “Escuela Malagueña de Pintura del siglo XIX”.

En Málaga vivió 17 años, residiendo en la Hacienda Barcenillas, ubicada al comienzo de la actual calle de Ferrándiz. Sabemos que en 1877 Ferrándiz vivía en esta hacienda, ya que tras la visita de Alfonso XII, el 8 de abril de ese mismo año organiza una reunión con comida en los jardines, a la que asiste lo más granado de la política y de la cultura malagueña, entre los que había un gran número de artistas, improvisando un concierto el músico malagueño Emilio Ocón. En este acto a Ferrándiz se le entrega una escribanía, en reconocimiento por haber organizado la Exposición Artística durante la visita real. En las palabras de agradecimiento Ferrándiz se declara valenciano y malagueño, “es decir, bueno y mejor”. El doce de abril el Regidor Eugenio Souviron Azofra informa que el Ayuntamiento había acordado por aclamación declarar hijo adoptivo de Málaga a don Bernardo Ferrándiz.

No sabemos si Ferrándiz vivió en la Hacienda hasta el año de su muerte, ya que un documento del Archivo Histórico Provincia de Málaga, leg. 5381, fols. 2426-2435, la sitúa en propiedad de tres damas inglesas, una de las cuales era la superiora del Convento del Colegio de la Asunción. El Colegio de la Asunción estaba ubicado originalmente en la calle de la Compañía, donde con posterioridad se va a construir la iglesia del Sagrado Corazón. El colegio se cierra en 1868, volviendo a reabrirse en los años 80 en una nueva localización, concretamente en la Hacienda Barcenillas, situada en la falda septentrional del Monte de Gibralfaro.

Aunque no hay certeza de que el colegio se instalara en los terrenos donde estaba la hacienda de Ferrándiz, diversas fotografías antiguas y algunas descripciones de la época parecen confirmar esta hipótesis.

La descripción más extensa proviene del libro la Visita del rey Alfonso XII:

“El sitio era una especie de mirador natural, formado por una saliente de la montaña en cuya cima está erigido Gibralfaro.

Hubo necesidad de hacer un desmonte, para que el suelo de la vertiente áspera, ofreciera una superficie plana, y la obra se llevó a efecto, y en el lugar que ocupaban los matorrales y pedruscos, se levantaron los montantes de la tienda y la tienda misma.

El monte ha ganado y el espectador, que sube desde la Hacienda al mirador y trepa por los rústicos escalones, gana también, porque de seguro pocos puntos de vista, hay en Málaga que puedan compararse al que señalamos.

Se conoce que la elección de emplazamiento para el banquete, fue obra de un pintor, y se conoce, porque presidió en ella la idea del arte.

Luz, aire, árboles, flores; lo risueño, lo alegre; un extenso horizonte; qué otra cosa pudiera desearse.

Pasando la primera rampa que se abre paso entre dos prados de la Hacienda de Barcenillas, se encuentra como es sabido, la casa habitación de D. Bernardo Ferrándiz y casi a la misma altura, arranca una calle de cipreses, áspera un tanto, que sube ondulando hasta el mirador, donde tuvo lugar la comida.

Todo aquel trayecto es en extremo agradable. Se disfruta de la vegetación campestre y algo montañosa, aunque el lugar a que nos referimos, no tiene todos los rasgos de las montañas; pero de cualquier modo, allí hay veredas que se ocultan entre peñascos y que desaparecen a trechos bajo las pitas y las pencas, y existen en regular abundancia de árboles propios de las alturas, a la par que los vegetales de las zonas mas bajas.

Esto no es un secreto para nuestros paisanos. Pocas personas habrá que desconozcan la Hacienda en cuestión, y por ello no creemos de necesidad describirla con detalles minuciosos.

En el sitio donde está la casa del Sr. Ferrándiz aparecían dos altas escarpias rematadas por gallardetes, pintadas en color y mostrando a la mitad de su longitud igual número de escudos adornados con banderas españolas y en cuyo fondo se leían estas palabras:

DEPEDIDA DE LOS EXPOSITORES

De los cipreses pendían grandes banderas de la matrícula de Málaga y por fin, a continuación de aquella rampa se encontraba la tienda de campaña, sostenida por montantes exhornados con escudos de forma idéntica a los anteriores, y banderas y gallardetes.

En el centro de aquel gran pabellón, había un aparato cubierto de copas, botellas, frutas, dulces y jarrones llenos de flores, y afectando el dibujo cuadrangular de la tienda, se extendía la mesa. […].

A las tres y media se procedió a sacar el primer cliché fotográfico, de cuyo trabajo estaba encargado el artista Sr. Spreáfico […].

A continuación, aparecen los nombres de los asistentes, que recogemos en dos imágenes anexas.

Se conserva también una breve descripción de la hacienda de uno de los discípulos de Ferrándiz, el pintor José Nogales Sevilla:

“Era un portento de belleza la mencionada finca; pues, aunque algo descuidada, no, por ello, dejaba de ostentar en su dilatado ámbito frondosas arboledas. Los eucaliptos, los naranjos y los cipreses se daban con fastuosa profusión, formando lindos núcleos verdes variadísimos y jugosos. Destacándose entre tal lozanía, erguíase, sencillo y airoso, el estudio del maestro, con su gran cristalera mirando al Norte, y luciendo al pie de la opuesta fachada fragante y ameno jardín”.

De ambas descripciones se pueden deducir algunas cuestiones. La hacienda se hallaba situada en la falda norte del monte Gifralfaro, por lo que estaba orientada al norte, una orientación poco óptima en Málaga. Estaba, por lo tanto, aterrazada, inclinación que se salvaba mediante escalones. Delante de la fachada principal de la casa, donde se hallaba el estudio de Ferrándiz, se hallaba el “fragante y ameno jardín”. Debía ser un jardín de flores. Este jardín fue destruido, cuando fue convertido en colegio, para formar allí la explanada de acceso a la casa. La hacienda contaba con una gran arboleda, que se puede contemplar en una fotografía aérea del año 1927/28, formada en gran parte por eucaliptos. Había también un paseo de cipreses, que era uno de los elementos vegetales más importantes, que conducía a la cima de la hacienda. En un lateral de la casa había un naranjal, que debía corresponder a la huerta, y también dos praderas, ubicadas “en la primera rampa” de la hacienda, que en gran parte era de secano con rocas, pitas y chumberas.